De la Iglesia al Auditorio

En 1981, un ciclo de cinco conciertos de música de cámara celebrados en la iglesia de Sant Genís recuperaba la antigua tradición musical de Torroella —documentada desde el siglo XIV— y establecía las bases de un impulso en favor de la música clásica constantemente renovado desde entonces.

Con el paso de los años, el creciente número de conciertos y la cantidad de actividades musicales que se generaban —cursos de formación, ampliación de registros musicales, festival de jóvenes intérpretes...— hicieron insuficiente el espacio de la iglesia.

A partir de 1986, la plaza de la Vila se transformó en un auditorio al aire libre que acogía grandes orquestas, solistas destacados, músicas populares de todo el mundo, sesiones de jazz o proyecciones de películas acompañadas de música en vivo.

El creciente deseo de música en torno al Festival hizo posible que el Auditorio Espai Ter se uniera a un itinerario musical que había nacido en un espacio sacro, había encontrado cobijo en el espacio público — lugar de encuentro de residentes y visitantes— y, finalmente, llegaba a un edificio de nueva planta que satisfacía las condiciones de interpretación y escucha propias de la contemporaneidad.

De esta manera, Torroella de Montgrí se hacía eco del camino hecho por la historia universal de la música: desde los lugares donde se concentran las celebraciones y rituales hasta espacios nuevos que buscan acoger más ampliamente la cualidad transcendente propia de la especie humana.

Con la exposición De la Iglesia al Auditorio, el Festival quiere dedicar una mirada atenta a su propia historia para seguir modelando nuevas propuestas para un entorno musical ya consolidado.

En torno a este itinerario se prevé un amplio programa de reflexión y participación a través de actividades musicales específicas, conferencias, tertulias, visitas comentadas...

La excepcionalidad social que vive la humanidad en el momento de esta celebración obliga a que se combinen todos los formatos posibles para que la música no deje de ser una de las características diferenciales más relevantes de Torroella de Montgrí y, que, a la vez, haciendo de la adversidad virtud, llegue más allá de cualquier frontera.